Racismo, discriminación y Sentencia 168-13
Por Clara Morel
Seguir negando el problema de racismo en el país es pretender cubrir el sol con el meñique. Si nuestro gobierno admitiera, al menos, que existe un reto en materia de discriminación y respeto a los derechos humanos, daríamos un paso enorme hacia una sociedad más incluyente. Un paso determinante. No solo existe el racismo, es una realidad muy dura para muchas comunidades, para miles de dominicanos y dominicanas.
El racismo excluye, humilla, limita, hace dudar de talentos y capacidades, afecta el sentido de pertenencia y compromiso tan necesarios en una sociedad, nos hace presa fácil del abuso, hiere, daña, empequeñece, equivoca el rumbo y borra la autenticidad. De ahí que tantos dominicanos y dominicanas solo piensen en irse al exterior en busca de la dignidad que aquí se les niega, de ahí que tantos y tantas solo puedan admitir y celebrar su negritud cuando ponen un pie fuera de la isla.
Nunca estaré de acuerdo con retirar la nacionalidad a quienes por derecho les corresponde y humillarlos/as con un proceso de naturalización. La Sentencia 168 ha planteado un grave problema para nuestro país y, contrario a lo que pueda pensarse, el problema no es con la comunidad internacional: el problema es la división, es la ira, es la rabia que genera, el abuso de hacer más vulnerable a una población ya de por si abusada y excluida.
Si algo bueno resulta de esa Sentencia es que el problema de la discriminación y la exclusión hacia comunidades minoritarias nunca más volverá a tratarse detrás de la cortina, no será un tema tabú. Pero no llegamos a esa situación con la visita de la Comisión IDH, ni con los editoriales del New York Times, El País o El Boston Globe; no llegó con Edwidge Dandicat, ni con Junot, ni con Vargas Llosa, ni con toda la gente chula que se ha montado en el barco, que no guaya la yuca en campos o en barrios dominicanos.
Llegamos donde estamos gracias al resultado del trabajo realizado por activistas, artistas, investigadores, instituciones e intelectuales que durante años han enfrentado al sistema, lo han desafiado con su discurso y practica, han trabajado con poblaciones discriminadas que hoy se levantan, como el caso de los dominicanos de ascendencia haitiana.