Luchar contra la apatridia y la desnacionalización es proteger a nuestros niños y niñas: Descarga informe de ACNUR sobre apatridia infantil

 EsteveranoNoJuego#‎YoEstoyAquí‬ ‪#‎YosoydeAquí‬ ‪#‎YoPertenezco‬   La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha lazando su informe sobre apatridia infantil en todo el mundo, denominado AquíEstoy, AquíPertenezco.  La a investigación pasa balance a los retos y avances para erradicar la apatridia infantil,  recoge las historias de familias afectadas  en Costa de Marfil, República Dominicana, Georgia, Italia, Jordania, Malasia y Tailandia, en unos  testimonios de 250 personas, entre ellas niños, jóvenes, padres y tutores .   tristemente República Dominicana sigue siendo uno de los países con mayor indice de apatridia infantil.  El bloqueo de acceso a documentos de identidad y debilidades del sistema de registro en República Dominicana expone a miles de niños y niñas dominicanos de ascendencia haitiana a vivir en la pobreza, sin disfrute de sus derechos básicos.  Tal es el caso de  Joe que este año no podrá jugar a la pelota como tanto sueña y cuya historia compartimos a continuación:

Puedes descargar el informe aquí:

Aquí estoy, aquí pertenezco – La urgente necesidad de acabar con la apatridia infantil

“Este verano no juego»
JOE, 13 AÑOS,
REPÚBLICA DOMINICANA

Además de privar a los niños de sus derechos fundamentales, la apatridia también amenazó la libertad de los niños de sentirse seguros, jugar, estar despreocupados -ser simplemente niños. Competir en los deportes y disfrutar las vacaciones escolares son cosas que muchos niños dan por sentado, pero la historia ha sido muy diferente para los niños y jóvenes consultados. Etiquetados como foráneos en
lo que consideraban su propio país, tuvieron que lidiar con el hecho de ser tratados diferente desde temprana edad. Algunos fueron además obligados a madurar demasiado rápido, porque tuvieron que trabajar desde pequeños, vivir en condiciones de alojamiento inseguras, o soportar relaciones problemáticas con las autoridades. En las situaciones más extremas, estos niños fueron presa de la explotación y el abuso.

Madurar demasiado pronto

Al igual que los niños en todas partes, muchos niños apátridas pasan el tiempo libre practicando un deporte, soñando con un futuro como atleta profesional. Pero con frecuencia dichos sueños quedan truncados muy pronto. Como explicó Niran, 16 años, en Tailandia: “Quiero jugar con los demás. Pero a veces, como no tengo nacionalidad, no puedo entrar en la competencia. Realmente quiero ser futbolista profesional”. En la República Dominicana, muchos de los participantes comentaron que el béisbol, el deporte más popular del país, era su actividad recreativa predilecta. A pesar de que algunos de ellos demostraron habilidades para llevar su pasatiempo a otro nivel, jugar béisbol a nivel competitivo estaba simplemente fuera de discusión: “A mi hijo le ofrecieron la posibilidad de integrarse a un equipo y jugar béisbol, incluso en el extranjero. Pero sin documentos no es posible inscribirlo en ningún equipo”, explicó una de las madres.

Al imponer restricciones en el acceso al trabajo y a los servicios de bienestar social, la apatridia con frecuencia ejerce una fuerte presión
financiera en las familias, forzando incluso a los miembros más jóvenes de la familia a trabajar. En Georgia, el acceso a todos los servicios del Estado, incluyendo la asistencia social, requiere documentos de identidad. Jirair comenta: “Cuando no tienes documentos, no tienes derecho a la asistencia […] Siempre he trabajado, desde que era muy pequeño. Me hago cargo de mi abuela. Ella también es apátrida”.

Algunos adolescentes en la República Dominicana revelaron cómo pasaron sus vacaciones escolares escarbando en la basura con la esperanza de obtener un pequeño ingreso adicional para sus familias. Uno de ellos es Joe, que con frecuencia se encuentra “de vacaciones” en el basurero de San Pedro de Macoris. Ubicado entre los extensos ingenios azucareros del oriente del país, este “patio de recreo” es donde pasa todos sus días de vacaciones, seleccionando pedazos de metal entre la basura. Él dice que puede ganarse hasta 50 pesos (poco más de 1 dólar) al día. “Me gusta ir a la escuela”, dice Joe, quien vive con su familia y asiste a la escuela en El Soco, uno de los conjuntos habitacionales de bloques de hormigón, construidos para albergar a los trabajadores de los ingenios y sus familias, desde principios del siglo 20.

“Me gustan especialmente las matemáticas”, aunque su gorra de béisbol sugiere otro interés compartido con casi todos los jóvenes dominicanos. “Cuando sea grande quiero ser beisbolista”, confiesa Joe. “Pero este verano no juego béisbol”.