¿Son ellos apátridas si los desnacionalizamos? Por MIGUEL ESPAILLAT GRULLON

Miguel-Espaillat-nuevaCuando se anula la nacionalidad a una persona, se le está negando su espacio vital, que constituye, uno de los mayores amores de su vida, y sus efectos destructores se agravan, cuando se hace de repente a personas mayores, que han desarrollado el amor que explica Bosch por el terruño en que han nacido, lo que lógicamente, constituye un crimen inmenso…una inhumanidad, porque estaríamos condenando a esa persona, a la muerte civil, física y espiritual al mismo tiempo. Es lo que se quiere hacer con los dominico-haitianos, de cuarta y quinta generación. Figúrese usted, personas que tienen hoy 20, 30, 40, 50, 70 años y hasta mas, de haber nacido y vivido en este lugar, que es su patria, entendiendo por patria, el lugar que se ama, y que hoy, de repente, a esas personas, se les diga, ustedes no son dominicano.

 

Por: MIGUEL ESPAILLAT GRULLON.  Publicado por Almomento.net.   ¿Quién es un apátrida? Una persona apátrida es aquella que no es reconocida por ningún país como ciudadano.  Pero, veamos lo que esa situación implica.

Cuando eramos niños y por alguna razón nuestros padres se mudaban a otro barrio, ese cambio traía en nosotros, enormes sufrimientos.  Adaptarnos al nuevo ambiente nos tomada un tiempo, a veces largo, a veces corto, dependiendo de la naturaleza del individuo.  En esta situación, sobreponernos a las añoranzas de todo lo que en nuestra mente teníamos, como que nos daba gozo, necesitaba de un esfuerzo no exento de sufrimientos.  En ese trance, nos hacia falta, la casa, con todos sus recovecos, el patio, el vecino, el bullicio, la marchanta que pasaba, el aire de aquel lugar, los amigos con los que íbamos al play, la noviecita que veíamos todos los días, sentarnos en aquella galería a ver pasar la gente, los perros realengos, las calles que a diario recorrimos,  en fin, aquella vida, con todos sus cotidianidades, peculiaridades y características.

Igual cuadro de dolor volvíamos a padecer, cuando ya adultos, teníamos que mudarnos a otro barrio, o a otra ciudad, paraje o municipio.  Son tan así estas reacciones al cambio de lugar, que lo dominicanos hemos visto, que cuando los gobiernos han construido barrios para sacar poblaciones que vivían en el fango, estas, al cabo de unos meses han regresado al lugar anterior, vencidos por las nostalgia de su antiguo hogar.

Pero donde el sufrimiento con nostalgia se hacia grande e intenso, fue o es, cuando hemos tenido que emigrar, por el motivo que sea, a otro país allende de los mares. Hay muchas historias que cuentan el terrible sufrimiento que han padecido muchos emigrantes.  Miles ellos han derramado un mar de lagrimas y sufrido terribles depresiones, incluso, hay de estos, que no han podido adaptarse al nuevo ambiente, prefiriendo regresar al  pais de sus dolores y amores.  También existe otra categoría, que aunque se han quedado, nunca, ni en 40 años, han podido adaptarse del todo, y pese a que ha pasado tan largo tiempo, viven con la nostalgia de volver al lugar donde nacieron, aunque sea a morir.  Este sentimiento de amor por la tierra donde nacimos es tan fuerte, que pedimos, que si morimos fuera de ella, nos lleven a enterar allá.

Los poetas han escrito sobre este sentimiento, que muchos cantantes han grabado:

“México Lindo y Querido, si muero lejos de ti,que digan que estoy dormido, y que me traigan aquí. Que me entierren en la sierra, al pie de los magueyales, y que me cubra esta tierra, que es cuna de hombres cabales”

Cuando un dominicano emigrado oye esta cancion, la hace suya, y adapta sus letras a su pertenencia geográfica.

Por igual, el poeta dominicano procedente de de Yamasá, Hector Rivera, describe magistralmente la nostalgia y la melancolía del emigrante:  “Nosotros los emigrantes del siglo, vagaremos con un pedazo de tierra, colgado del pecho sin un sitio que reemplace la nostalgia, miraremos siempre distantes, dibujando en nuestros ojos lacerados por rascacielos, nuestra última noción de patria”.

Juan Bosch es otro que nos revela el por qué de ese amor por la patria, específicamente, por el lugar donde hemos nacido; cito:

“Hay leyes, todavía misteriosas porque el ser humano no ha alcanzado a estudiarlas, que parecen identificar de una manera constante a las criaturas de Dios con el lugar en que han nacido.  Digo criaturas de Dios y no me refiero sólo a los hombres.

Algo difícil de conocer obliga a la alegre foca que recorre los mares del Japón a retornar a las más frías costas de Alaska para tener allí sus crías; una fuerza incontenible hace que los salmones retornen, cruzando el Atlántico y trepando por las cascadas de los ríos del Canadá, a desovar en los sitios donde nacieron; un mandato que no pueden desobedecer trae a las anguilas de los ríos de Europa a dejar sus huevos en el Mar de los Sargazos; igual mandato conduce las bandadas de golondrinas y de palomas que desafían la distancia de millares de kilómetros y van sin un desvío a tener sus crías en el sitio donde las madres las tuvieron a ellas.

Si el instinto conduce a los animales- continua Bosch- para renovar la especie, al punto donde comenzaron su vida, resulta lógico que el apego del hombre al pedazo de tierra que le vio nacer sea tan fuerte, y sea tan ciego, que le lleva a sacrificar su existencia, si es necesario, para vivir ahí, para tener ahí sus hijos, para que ahí esté su sepultura.

Nadie puede explicar dónde está el origen de ese amor delirante que la humanidad ha llamado patriotismo.  Pero es un hecho que el ser humano prefiere su patria, aun cuando sea pobre y desdichada, a la patria de otros hombres, aunque ésta sea rica y venturosa, como es un hecho real que la foca y el salmón y la anguila y el ave migratoria prefieren para perpetuar la especie y quizá para morir, el sitio donde nacieron.

¿Tiene tal vez cada pedazo de tierra una frecuencia magnética oculta que conforma al que nace en ella sin que él se dé cuenta?  ¿Que relación desconocida hay entre el grosor del aire, la dulzura del agua, el color de los arboles de un lugar determinado y los sentimientos de la criatura de Dios que nace allí?

No lo sabemos, y acaso la humanidad tarde mucho en saberlo. Pero la historia, que es el espejo de los actos colectivos, nos enseña que el amor a la patria es un valor constante en todos los pueblos; que el esquimal ama su rudo paisaje de nieves eternas; que el tibetano ama la extraordinaria soledad de sus montañas; que el africano ama sus selvas pobladas de leones, de culebras y caimanes; que el norteamericano ama su continente de rascacielos y automóviles.  Nosotros los dominicanos amamos hasta la muerte este pedazo de isla en el cual nos tocó nacer, en el cual hemos luchado y en el cual esperamos morir” (fin de la cita de Bosch).

La ponencia que precede, ilustra claramente, los motivos…las razones… las causas biológicas y espirituales, por las cuales se siente el poderoso sentimiento de amor por la patria; entonces, si el amor al lugar donde se ha nacido es innato, que se da como dice Bosch,  de una manera constante a las criaturas de Dios con el lugar en que han nacido,  siendo así, cuando se anula la nacionalidad a una persona, se le está negando su espacio vital, que constituye, uno de los mayores amores de su vida, y sus efectos destructores se agravan, cuando se hace de repente a personas mayores, que han desarrollado el amor que explica Bosch por el terruño en que han nacido, lo que logicamente, constituye un crimen inmenso…una inhumanidad, porque estaríamos condenando a esa persona, a la muerte civil, fisica y espiritual al mismo tiempo.

Es lo que se quiere hacer con los dominico-haitianos, de cuarta y quinta generación. Figúrese usted, personas que tienen hoy 20, 30, 40, 50, 70 años y hasta mas, de haber nacido y vivido en este lugar, que es su patria, entendiendo por patria, el lugar que se ama, y que hoy, de repente, a esas personas, se les diga, ustedes no son dominicanos, tienen que irse para Haití, un lugar donde nunca han estado, donde no conocen a nadie, donde no tienen nada, un lugar que le es extraño totalmente, desde su lengua, religión, cultura, modo de vida, pero que tampoco, tienen vínculos de ninguna índole con el Estado de esa nación, ni con su geografía.

Para mas, llegar a Haití pobres, con una mano por delante y otra por atrás, a ese país paupérrimo y agreste, donde tendrían que sobrevivir a la intemperie con sus hijos ó familiares.  ¿No es esto un crimen horrendo, y mas con personas, que tienen la cruel historia de que ellos y sus ancestros, fueron literalmente esclavizados por la oligarquía azucarera, que los mantuvo confinados en los ingenios del pais, para hacerse cada vez mas ricos, a costa de robar el sudor de esos seres humanos negros y pobres, que hoy se les quiere despojar de la nacionalidad del país donde nacieron, al cual contribuyeron al fortalecimiento de su economía, con su trabajo de esclavos?

A los que después de leer las cuartillas anteriores,si todavia persisten en justificar, que el caso que nos ocupa con los dominico-haitianos no hay apatrídia, porque según ellos, la Constitución haitiana, les da la nacionalidad a sus co-sanguinos sin importar donde nazcan, si aún lo entienden asi, es porque no los han comprendido lo leido, por consiguiente, no han entendido, todo lo que abarca el concepto de apatridia, es decir, quedarse sin patria, entendiendo por este vocablo, el lugar al que le tenemos un amor inmenso, ya sea porque nacimos en el, ó, porque por vivir en el, por largo tiempo, hemos desarrallo esos vinculos de amor, que calan los huesos y las entrañas y las fibras mas intimas del ser.

Llegado a este punto del desarrollo de este articulo, solo me resta expresar lo paradojico de toda esta situacion que vengo tratando.  Ya referí, que los que apoyan la Sentencia 168/13 que desnacionaliza a los dominicanos de ascendencia haitiana aludidos, violando la Constitución de la República, en cuanto a lo que tiene que ver con el jus soli y la no retroactividad de la ley, niegan que la misma produzca apatridia en estos seres humanos, porque segun ellos, la Cosntitucion haitiana establece que sus consaguineos son haitianos no importan donde nazcan.

!Ojo!, de ser así, a la mayoria del pueblo dominicano, que en mas de un 80% es negro haitiano por consanguinidad, entonces le tocaria la nacionalidad haitiana, lo que realmente, si daria pie a la tan mentada fusion y unificacion de la isla, que tanto cacarean.  En estas, Manuel Nuñez Ascencio y tantos como él, no les quedaria de otra, que aceptar, que su verdadera nacionalidad, es la haitiana.

Al amigo lector, dejo la palabra

Posdata:

Con trabajos literarios como este, quiero por concientizacion, evitar que en mi patria ocurra un genocidio, digamos como el que sucedió en Ruanda en el 1994, entre hutus y la minoría tutsi, a la que se pretendía exterminar.  De hecho, en este genocidio se llegó a eliminar el 75 % de la población tutsi y provocar dos millones de refugiados.  En este genocidio, fueron asesinados entre 800.000 y un millón de tutsis a golpe de afilados machetes en menos de cinco meses.  Sucedió esa locura, pese a que, entre ambas tribus, no había, ningún rasgo étnico ni lingüístico que los diferenciara a simple vista, pero si había, un odio que había sido sembrado entre ellos, por los llamados “intelectuales nacionalistas y patriotas” de aquel atrasado país.

No quiero semejante episodio de barbarie en mi patria, motivado por un odio irracional, atizado por las plumas de “connotados de intelectuales dominicanos”, cuyos corazones responden al llamado del mismo Satanás.  Hay que estar endemoniado, para proponer y hablar de guerras, de matar, de degollar, de linchar, para resolver un problema que tiene una salida civilizada, humana, decorosa, decente, y razonable; y por mas, beneficiosa para todos.  Lo mas irónico de todo esto es, que hasta gente que reza rosarios, va a misa, hace Hora Santas y los 15 minutos a Jesús Sacramentado, que confiesa y comulga, mujeres que son hijas de María, hombres que son hijos de San Pancracio, gente que ayuna en oración, que hace retiros de cristiandad y que andan con una Biblia bajo el brazo, son participes de esta aberración de odio.  !Por Dios, este primitivismo hay que pararlo!  Patria, como lo dijera Martí, es humanidad, a lo que yo agrego el nuevo mandamiento de Cristo, amaos los unos a  los otros, para que haya una patria verdadera.

Finalmente, de nuevo vuelvo a ratificar, mi total apoyo al proceso de Regularización, siempre que se realice bajo el imperio de leyes justas y respetando los derechos humanos.  No es posible- repito- que sigamos, con el desorden migratorio, acogiendo a los que por múltiples razones ocupan nuestro territorio, desbordando su capacidad receptora.  Tampoco es razonable, que sigamos, perjudicando nuestra tierra, con un exceso de inmigrantes, que en primera y ultima instancia, solo contribuyen a aumentar las fortunas de un puñado de ricos, con la explotación inmisericorde de una mano de obra, prácticamente, esclava, en desmedro de los nuestros, aunque reconozco, que los nuestros nunca cortarían caña, aunque le paguen el salario que sea.  Ello es así, porque ni Trujillo, pudo lograr que el dominicano la cortara; y si eso no fue posible con Trujillo, muchos menos lo hará la generación de dominicanos de hoy, que lo que quiere es buscársela de la manera mas fácil.  La corrupción y políticas públicas del PLD, ha creado esa situación.

¿Son ellos apátridas si los desnacionalizamos? ¿Que pinta Manuel Nuñez en todo esto?